De ruta, apremiado por el fin del mundo que supone un viernes para una gran ciudad. A lomos de mí Tanketa, ese engendro metálico a pedales que construí a medida con objeto de llevarme de una punta a otra de Madrid, con mis cosas.
La Tanketa, bautizada por mis camaradas del Club Ciclista Moratalaz el día que cometí la torpeza de poner los cuernos a la flaca con este blindado de transporte, no tenía otro medio de hacer la ruta dominical, 167 km, Madrid-Aranjuez-Madrid. Expié mi lujuria sufriendo como nunca por no quedarme fuera de los abanicos, por no perder el rebufo en los relevos, por no poder entrar en las ruedas a cumplir con mi parte, por llevar un 42x11 como desarrollo más grande.
La Tanketa, bautizada por mis camaradas del Club Ciclista Moratalaz el día que cometí la torpeza de poner los cuernos a la flaca con este blindado de transporte, no tenía otro medio de hacer la ruta dominical, 167 km, Madrid-Aranjuez-Madrid. Expié mi lujuria sufriendo como nunca por no quedarme fuera de los abanicos, por no perder el rebufo en los relevos, por no poder entrar en las ruedas a cumplir con mi parte, por llevar un 42x11 como desarrollo más grande.
-Joder, Carmelo. No vuelvas a venir con La Tanketa y es una amenaza. Malo es venir con un tractor (bici BTT), pero no poder dejarte tirado llevando esa aberración es humillante. Se alzó en portavoz Edu Carnazas.
Son buena gente, bestias negras de la carretera, elitistas, sibaritas del carbono, de la lycra y de las grandes marcas de bicis. Los quiero, son buenos amigos a los que ya no puedo dedicar tiempo para sacarles de quicio con mí descuidada y austera rebeldía. Soy capaz de hacerme una bici con unos palos de escoba y unos tapacubos, peor, disfruto con ello, me exhibo haciendo de contrapunto.
Me voy por las ramas, como siempre.
Decía, viernes agotador, de aquellos que sé cuando salgo de casa pero no cuando llegaré, o sí, poco antes del alba del día siguiente. Estoy rodando en bici a primeras horas de la mañana, Mejorada del Campo, Rivas, Vallecas, comida fugaz en Vicálvaro, vuelta a Vallecas, Goya, Pza España, Fuencarral Pueblo, Legazpi... horadando el aburrido y cálido almíbar que mantiene en suspenso a mi ciudad, esa acogedora salsa de metales pesados, ozonos, óxidos,... de una intensidad tan sofocante que apenas logra mermar mi mascarilla química.
Son casi las nueve de la noche y de aquella sentencia de uno de mis proveedores, como vas a llevar eso en la bici (le quedó por añadir por una carretera sin arcén) que tanto me estimuló diez horas antes, no queda ni el eco, solo mi aliento sin brío, mi respiración entrecortada. Tramito los últimos 100m del repecho de Embajadores hasta la tienda de Fixi Dixi a pie, con la bici del ramal, exhausto.
He llegado a tiempo para ver la salida de la alleycat Perras Callejeras, pero sin ganas, sin la garra que me llevaría a moverme entre los checkpoints y, sin el descaro necesario para prender mejores fotos. Otra vez será.
- Bini
- Cheve
- Hristina
- Rebelka
- Paula
- Tino
- Marta
- Alida
- Yuka
- Vinka
- Lucía
- Carla
- Noelia
- Blanca
Mr. Copyleft:
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