EL PRIMER DÍA DEL AÑO.
EL DESPERTADOR, es imposible, me acosté hace un rato. Remoloneo y ese nervio que poseo por conciencia arrea una patada a mi consciencia. La pereza ejerce como juez de paz:
¿¡Donde vas calamidad?!, a pasar frío, con dos horas de sueño y sin estar en forma, no tienes 20 años ni el nivel técnico de hace años, con doce kilos sobre tu peso en forma más el equipo de invierno vas a penar como un perro...,
¡¡¡ERROR!!! ¡¡¡FOAAMMM!!!
En mi cerebro acaba de entrar a presión gasolina vaporizada cuando estaba casi estinguida la chispa del despertador.
No tengo remedio, me asomo por la ventana y veo las cimas de La Sierra cubiertas de nubes, obro en consecuencia. Cambio las ruedas de la montanguai, ajusto los frenos y los guardabarros para que me sirvan de antibloc, cambio los pedales automáticos por unos corrientes que me permitan utilizar botas de montaña pues no tengo ni la fuerza ni la habilidad de hace años, la bici no es la adecuada y tendré que hacer a pata unos cuantos kilómetros. Preparo algo de comida, sales en los bidones (los llevaré vacíos), ropa de alta montaña (por si acaso), crampones de 'trikin', un bastón, cordino, guantes extra, protector solar,...la cámara reflex creo que es excesivo y solo llevare la cámara digital (lo lamentaré).
He subido al primer tren con destino a Cercedilla, voy leyendo un libro tan abstraído que no percibo el paso por las estaciones hasta Atocha, el tren se ha llenado con pocos pasajeros, un olor a fiesta rancia ha impregnado el ambiente. Huele a tabaco, alcohol, vómito, ambientador industrial y perfumes caros que intentan filtrar los excesos de la noche sin ningún resultado. A la vuelta la venganza será mía, pienso mientras observo divertido los estragos de la noche en caras, cuerpos y vestuarios.
Estoy en Cercedilla, ha nevado por la noche y debe haber ventisca en las cumbres, voy bien equipado no hay problema. La temperatura es de +3ºC y el viento es fuerte, me pongo una capa polar, los pantalones y cortavientos de gore-tex pues el suelo está mojado y nieva ligeramente. Desconfío de las condiciones climatológicas de La Bola del Mundo y decido ir por la carretera, no estoy tan sobrado como para subir por La Maliciosa ni dar la vuelta por la calzada romana y el camino Smit que suelen tener 20 o 30 cm de nieve en esta época del año.
La subida al puerto de Navacerrada ha sido más dura de lo esperado, desde El Ventorrillo el viento de cara era muy intenso, un pinchazo y llenar los bidones en la fuente de los geólogos me han servido de escusa para descansar un poco aún así a kilómetro y medio del puerto he tenido que echar pie a tierra varias veces, era difícil mantener el equilibrio con un viento tan fuerte y el arcén cubierto de nieve, afortunadamente había mucho tráfico y el último kilómetro lo he podido hacer pedaleando entre los coches. En la caseta del teleférico pregunto a varios chavales por el estado de la subida a La Bola, hay una gran ventisca que les ha obligado a dar la vuelta a medio camino, genial. Me pongo dos capas polares, guantes dobles de gore, protector de cuello, gorro de ventisca, cubrebotas; meto los bidones en los portabotellas del forro polar para que no se congelen, mientras como algo.
Está totalmente cerrado, durante un instante el viento cambia de dirección y permite ver la pista. Subir las herraduras encadenadas que acceden al refugio-bar del final del telesilla me ha dejado exhausto, la bici hacía una vela terrible, con el viento de cara era un paso "alante" y dos atrás, eterno, cuando tocaba a favor tenía que clavar los pies en el hielo frenando.
Estoy a cien metros de las antenas y el refugio, no se ven sin embargo puedo oír el rugido del viento al chocar con ellas. En este último kilómetro me ha parecido llevar plomo en los pies, he apoyado la bici en una vara de nivel, la imagen es chulísima. La bici está cubierta de hielo, la vara de nivel y una señal que hay detrás tienen agujas de hielo horizontales de más de medio metro a modo de lineas cinéticas y alerones. La cámara de fotos no funciona, no pensaba que hiciera tanto frío sin embargo que no me sobre nada de ropa indica que "la sensación térmica" rondará en -25º C (desconozco la temperatura real). Doy una vuelta a la cima, la visibilidad en las "sombras" es de unos 20 m, las siluetas de las antenas y del refugio se recortan y se funden, en muchos lugares el tejado está unido al suelo por la nieve acumulada y donde no ocurre esto el hielo y la nieve forma olas que amenazan con engullir todo el refugio. Consigo protegerme un poco del viento, como y bebo algo.
Voy bordeando el collado del Piornal, el viento no es tan fuerte y la visibilidad es inferior a 5 m. Que rabia, bajar esta pala haciendo eslalon es una gozada, su dificultad técnica es mínima salvo por el hielo. Si no fuese por que conozco las relaciones de pendientes y distancia-tiempo que miden la orientación sería imposible, aún con brújula sin conocer los barrancos y con el hielo cualquier caída puede ser gravísima.
He llegado al Ventisquero de la Condesa, la neblina me deja saborear la belleza de esta cresta de hielo a punto de romper sobre el arroyo. Descanso un poco en la unión de los dos arroyuelos que forman el arroyo de La Condesa a unos 1950 m de altitud, la temperatura ha subido mucho, - 4º C y me sobra ropa. La cámara sigue sin funcionar. El entorno es espectacular, me encuentro bajo las nubes y se ve como se pierde el arroyo entre las montañas, por la loma de Valdemartin, el sol ha debido fundir la nieve antes de helarse pues no se ven pisadas, solo una espléndida vaguada de hielo con diferentes tonalidades de azules y blancos. La nieve caída por la noche ha sido polvo y el viento la ha recogido en montoncitos quebrados que resaltan el brillo del hielo. Desde aquí podría ir pedaleando pero me apetece pasear, oír el agua correr bajo mis pies, oculta. Es tan puro todo que me tienta pensar que soy el primero en pasar por aquí, curioso sentimiento en uno de los entornos naturales con mayor presión humana del mundo, esta quietud es impagable.
Se me ha hecho de noche antes de llegar a la pista de La Pedriza, mejor ha sido más emocionante. Los cinco primeros kilómetros de pista eran de hielo cubierto por 10 cm de nieve polvo ideales para hacer eslalon, seguían tres con nieve normal que me han obligado a pedalear con fuerza para poder disfrutar de la bajada. De aquí a Colmenar por caminos y carretera y cabezadita en el tren hasta Vicálvaro.
(...)
Días después...
El otro día "repetí" el recorrido, con un extra subiendo por siete picos. Pude disfrutar de las palas de nieve aunque en algunas zonas la acumulación de nieve me impedía pedalear. También tuve un pequeño percance pues no llevé clavos y bajando con la flipada que llevaba me metí en una zona donde siempre hay hielo, la nieve polvo recién caída (30 cm) no me sujeto y con el impacto hundí el hielo y acabe en el fondo de un arroyo , si no es por la bici que la use de escalera no salgo.
Me cruce con Sebastián Álvaro (al Filo) y un colega suyo haciendo travesía, le acompañaba un perrillo que me juró amor eterno tras ofrecerle parte de mi bocadillo, en la distancia le oía ladrarme ante la duda existencial de si seguir a sus socios o venir a por otro bocado de mi estupendo bocadillo de lomo, tomate y queso manchego fundido con orégano y otras hierbas.
Oí un par de voladuras, había mucha G.Civil en la cima por tanto imagino que estuvieron rompiendo los ventisqueros de La Maliciosa antes de que se acercara más gente a la montaña, me preguntaron varias veces el recorrido que iba hacer. Hasta 70 cm de nieve en polvo que había, es mucho riesgo en una zona a la que se acerca mucha gente con poco que salga el sol.
A esto me refería con buscar la aventura al lado de casa, saliendo de madrugada se puede viajar a otro mundo y volver para dormir en casa al cabo de unas horas. Cuando estoy en forma este recorrido lo hago desde mi casa entero en bici y es una pasada son 150 km increíbles con un montón de paisajes posibles, urbano, campo, carretera, monte, media y alta montaña...
Al día siguiente fui consciente de la palicilla que me dí cuando tuve que bajar las escaleras de mi casa como las abuelas, con las manos apoyadas en la pared.
Os dejo unas fotos, es una pena porque no es tan espectacular como el otro día al haber sido sustituido el hielo por nieve pero no está exento de belleza.
Desde la pista de La pedriza, me dolia un poco la cadera de la caida sin embargo una bajada mucho menos técnica de 13 km con nieve sin tanto estres me quitaria las penas.
Iré haciendo una recopilación de las crónicas que tengo. Esta es de enero de 2006.
3 comentarios:
Eres un auténtico crack. Tu blog es una pasada. Tiene unas fotos preciosas.
Te voy a poner en enlaces en mi blog (si no te importa), porque es un auténtico lujo. La pena es que no actualices más.
Por cierto, el queso manchego más que fundido a esas temperaturas debería estar helado, no?
Preciosas las rutas que te metes. Las que has hecho de Castilla la Mancha y por esa zona con buen tiempo me recuerdan a mis veranos en Burgos.
Saludos
Jajaja..,realmente fué un helao de queso.
Gracias, ya me gustaría actualizarlo mas rápido pero con lo liado que estoy es imposible, tengo 12 entradas mas a medias que prefiero publicar cuando estén completos los perfiles de estas.
Saludos.
Ostia Clasicomano, ahora que me he pasado por tu bolg he caido quien eras.
De vez en cuando me paso por allí, pero como prácticamente lo cuentas todo en parlamento, jajaja,...
Es un placer leer los tochos que escribes.
Saludos.
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